sábado, 20 de noviembre de 2010

DE CONCIERTO EN MIRANDA (1 de Agosto de 2010)


¿Qué nos separa a los zamoranos de Portugal? Una raya. Si, solamente una raya. Eso que antiguamente se llamaba frontera, y que había que parar al llegar a ella. Pues hoy solamente queda la raya, bueno, una caseta y unas cadenas al lado de la carretera. Y si hablamos de la música y las tradiciones, pienso que no nos separa ni siquiera eso. Si hay un lugar donde la música tradicional es parecida (por no decir igual) a la de Zamora, es Portugal. Más concretamente la región de Tras Os Montes, donde está ubicada Miranda do Douro. 

Todos los veranos, cientos de personas acuden a Sendim (a 21 Km. de Miranda) al Festival Intercéltico, donde se puede disfrutar de la música y del ambiente que se respira. Los días posteriores, se celebra un festival itinerante denominado “L burro i l gueiteiro” (El burro y el gaitero), que recorre durante varios días las localidades próximas a Miranda.
           
Este año, como preámbulo de ese festival itinerante, se celebró en Miranda, la noche del 1 de agosto un concierto, precedido de una exposición de instrumentos musicales ibéricos, que también se había desarrollado los días anteriores en Sendim, y de la proyección de un documental sobre el festival “L burro i l gueiteiro”. El plato fuerte de la noche era la actuación de Galandum Galundaina, grupo mirandés de música tradicional.

La exposición era una pequeña muestra de instrumentos tradicionales bastante interesante. Gaitas, flautas, zanfonas (algunas de ellas de Leovigildo Santamaría, de Ferreras de Abajo), además de un pequeño taller de palletas, estaban a disposición de aquel que quisiera hacerlas sonar.
Estaba en un pequeño local al lado de las ruinas del Castillo de Miranda. El Castillo está situado en la parte alta de Miranda, al lado del río, y está considerado Monumento Nacional. Sólo quedan en pie las paredes, que encierran un solar con un pozo en medio. Quedó en ruinas debido a la explosión, en el año 1762, del almacén de pólvora. Fue debido a un cañonazo de las tropas portuguesas sobre las españolas, cuando estas ocuparon la plaza de Miranda. Conserva solo la Torre del Homenaje parcialmente dañada, algunos paños de muralla, torreones arruinados y la Puerta de la Traición.
Merece la pena dejar el coche a un lado, y caminar por las calles de Miranda. Se respira tranquilidad y sosiego. En el centro histórico del pueblo, en el antiguo Ayuntamiento (un edificio del siglo XVII) se encuentra el Museo de la Terra de Miranda. Un museo donde se pueden ver piezas arqueológicas, juguetes antiguos, trajes regionales, monedas, cerámicas y atuendos de las fiestas rituales del solsticio de invierno, entre otras cosas. Esta información la he sacado de la red, ya que nunca he tenido la oportunidad de verlo, ya que las veces que he ido estaba cerrado. Pero me lo apunto como asignatura pendiente, y en cuanto pueda lo visitaré.
Uno de los monumentos más importantes, por no decir el más importante, de Miranda es su catedral. Data del siglo XVI, y tiene dos torres de estilo renacentista. Pero lo que más me gusta es que desde el mirador que hay al lado se pueden contemplar las maravillosas vistas del río Duero.


Y por la noche llegó la hora del concierto. Después de ver el documental, del que por cierto me enteré lo justo, ya que el portugués (bueno el mirandés más concretamente) no es lo mío, salieron al escenario los Galandum Galundaina. Yo les había escuchado en contadas ocasiones, pero nunca les había visto en concierto. Y me gustaron. Me gustaron mucho. El concierto era en el castillo, del que ya hablé anteriormente. Al principio no había mucha gente, pero durante el documental se fue llenando, y al final el castillo presentaba un aspecto inmejorable. El ambiente se inundó de la música tradicional, de los sonidos de las gaitas, las dulzainas, la flauta y sobre todo de la percusión.  El grupo presentaba su nuevo disco, “Senhor Galandum”, aunque tocaron canciones de todo su repertorio. Nos fuimos de allí con buen sabor de boca. La verdad, no me había ido aún, y ya estaba deseando volver. Y si Dios quiere, repetiremos la experiencia, de pasar un día de tranquilidad, y de música en Miranda do Douro.