jueves, 12 de mayo de 2011

VILLALAR 2011

23 de Abril. El día de los Comuneros. La fiesta autonómica de Castilla y Leon (según algunos solo de Castilla, pero en fin, no me quiero meter en los terrenos pantanosos de la política, aunque hablando de Villalar, es muy pero que muy difícil).
Todos los años, la asociación cultural El Serano de Zamora, acude a Villalar para pasar un día de convivencia, donde no falta la comida y la música tradicional. Este año, muy amablemente, me invitaron a acudir allí, ya que además de pasar el día, organizan un pasacalle de gaiteros.
            Llegamos temprano a Villalar, y después de aparcar el coche en la pradera que había acondicionada para ello, nos fuimos a la carpa de la asociación. No nos demoramos mucho, y en cuanto llegó todo el mundo, afinamos nuestras gaitas y salimos. Seis gaitas y dos tambores, recorrimos el camino que va de la Campa de Villalar, al monolito que hay dentro del pueblo. Mucha gente nos encontramos por el camino, que además de vernos pasar a nosotros, veía a los dulzaineros de la misma asociación zamorana, y al resto de grupos de folklore que allí se dieron cita. Al llegar al monolito, hicimos el camino de vuelta para llegar de nuevo a la campa. Ya allí, nos acercamos a la carpa de los agricultores de Castilla y León, donde nos tomamos un aperitivo y seguimos con la música y el baile.
            Entre unas cosas y otras nos dio la hora de comer. Y en la “caseta de los dulzaineros” nos esperaba ese delicioso arroz a la zamorana. Estaba para chuparse los dedos, regado con un vinito de la tierra.
            La tarde dio para mucho. Pasear por el mercadillo, por el pueblo, recorrer las diferentes casetas y también, como no, disfrutar de los conciertos que durante todo el día se sucedieron. Vanesa Muelo, Mayalde, Nuevo Mester de Juglaría, etc, etc, hicieron las delicias de los amantes de la música tradicional de Castilla y León. Y en la caseta de los dulzaineros, no paró la música y el baile, hasta bien entrada la tarde, que tocó la hora de la recogida.
            Era la primera vez que iba a Villalar, pero si de algo estoy seguro, es que no será la última. Me lo pasé en grande. Un día con la familia, los amigos, y la buena música, no tiene precio.






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