Mucho había oído hablar de esta Romería, y por fin este año pude ir. Y no simplemente ir caminando desde Zamora hasta la Hiniesta, sino que participé activamente, tocando la gaita junto con los alumnos de la escuela de folklore de Zamora.
Esta es una romería con muchos años de antigüedad (más de 700), y en ella los zamoranos acompañan a su patrona la Virgen de la Concha, hasta la vecina localidad de la Hiniesta. Al llegar al pueblo, y tras el baile de pendones a la entrada, la Virgen se reúne con su prima, la Virgen de la Hiniesta, y los alcaldes de ambas localidades se intercambian los bastones de mando. Con esta romería se quiere conmemorar lo acontecido hace muchos años, cuando la Virgen de la Hiniesta estuvo alojada en Zamora, mientras se terminaban las obras del templo de la localidad, Santa Maria la Real. Al acabar dichas obras, la Virgen de la Hiniesta regresó al pueblo, acompañada por la Virgen de la Concha.
La jornada comenzó tempranito para nosotros, a las 8 menos cuarto de la mañana, cuando quedamos para afinar los instrumentos, detrás del templo del que salía la Virgen de la Concha, la Iglesia de San Vicente (al lado del Teatro Principal). Allí comenzó el camino. Delante de todos, chicos y chicas de la escuela, tocando flauta y tamboril. Más atrás nosotros con las gaitas. Y acompañando a la Virgen, los dulzaineros. Y como no, la melodía que más sonó, ¿cuál fue? Pues si, la “Procesión de la Nuestra Señora de la Concha”. Al grito de, 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, Cooooooooncha, empezaba la melodía que se quedó en las cabezas de todo el mundo ese día. Bueno, a mitad de recorrido, tocamos Adelaida, el Mandil de Carolina, algún pasacalle, pero para desengrasar nada más, luego siguió sonando la Concha. Antes de salir de Zamora, la Virgen entró en la Iglesia de San Lázaro. Esa fue la primera parada del día. Y es que durante la romería hay varios lugares donde se para a descansar, a tomar un refrigerio. Más o menos la mitad del camino, se paró para almorzar, frente a una fábrica de embutidos, donde sacaron platos de jamón, chorizo, etc.… para que los caminantes cogieran fuerzas. La parte final del recorrido, a mi fue la que más me gustó. Al llegar a la entrada del pueblo, la gente se agolpaba a ambos lados de la carretera, para coger sitio para ver el baile de los pendones, y el recibimiento de las autoridades de La Hiniesta. Pero fue en la entrada al pueblo donde más y mejor sonó la música. No cabía un alfiler por las orilla de la calle, y cuando enfilamos la cuesta que lleva al templo, y vi el gentío que había, se me puso la piel de gallina. Muy bonito. Una vez terminada la procesión, tocamos unas jotas en la calle, y con los bailes acabó la mañana. Yo no hice el viaje de vuelta, ya que me quedé ya durante todo el día en La Hiniesta, pero a eso de las 5 de la tarde la Concha vuelve para Zamora. Esta vez, entran por la carretera de Valorio, y en la ermita del Cristo de Valderrey se merienda, y sigue la música.
jolines,pues no te vi.estuve por la mañana y luego en valorio merendando..ainssss
ResponderEliminarJolin ,, tu si que sabes vivir bien
ResponderEliminarEspe, yo por la tarde no estuve. Me quedé con Laura en la finca (ella y Vero tb fueron andando) No mirarias donde los gaiteros, porque yo allí estaba. Un beso
ResponderEliminar"Anómino", se hace lo que se puede. Mientras esté en mi mano, intentaré seguir viviendo así, jejeje
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